Un tipo raro.
Sigo de cerca a
Emmet, procurando mantener la distancia que él me recomendó. Mientras avanzamos
hacia la salida, siento una corriente de viento helada que me envuelve, bajo mi
vista y observo mis pies descalzos ¿tendré que salir a la calle así?
Choco sin querer con
la espalda dura de Emmet, que se ha detenido de repente.
—Emmet, levántalo, no
quiero que se ensucie — la fría voz de Demian llega hasta mis oídos.
—Sí señor —Emmet
contesta y antes de que pueda reaccionar ante lo que he escuchado, mi cuerpo ya
está siendo levantado.
Voy pegado al tórax
de Emmet. Al entrar al estacionamiento, Demian nos dirigía hacia su auto,
supongo.
Por fin nos detuvimos
a lado de un auto negro, muy lujoso, ¿tal vez un BMW? La verdad, nunca he sido
muy aficionado a los autos, así que estoy haciendo solo suposiciones.
—Dámelo —Demian le
ordeno a su empleado.
Mi cuerpo fue pasado
de unos brazos a otros, es como si yo fuera un objeto cualquiera o tal vez una
mascota.
En cuanto Emmet tuvo
las manos libres, abrió el auto. Demian y yo subimos, Emmet cerró la puerta
tras nosotros, y fue directo al asiento del conductor.
Estaba sentado junto
a mi nuevo amo, y me sentí cohibido, nervioso y asustado. Él no dijo nada y de
hecho ni siquiera dirigió su mirada hacia mí, así que me relaje un poco y mejor
fije mi vista en la ventanilla.
El auto salió del
estacionamiento y vi como se mezclaba con el resto de los automóviles. Conforme
avanzaba reconocí algunas de las calles y por la dirección que habíamos tomado
deduje que nos dirigíamos a la zona centro de la ciudad, la parte comercial más
lujosa. Nosotros jamás habíamos ido allí de compras, sin embargo la conocía ya
que la oficina central de bomberos esta cerca.
Mi padre fue bombero
y hace cinco años murió en el cumplimiento de su deber. Al ser el único varón
de la familia acompañe a mi madre a reconocer el cuerpo y a realizar todos los
trámites necesarios. Tres años después yo tuve que ir solo a reconocer el
cuerpo de mi madre, ella murió durante un accidente automovilístico, ella era
cajera en una tienda de esta zona. Es
por eso que conozco este lugar, y por cierto no me trae buenos recuerdos.
Aun cuando mi vista
esta fija en la ventana no estoy poniendo atención en lo que se ve, ya que mi
mente esta absorta en mis tristes memorias.
—mm… Jesse… ¿Cierto?
—la voz de mi amo me saca de esos terribles recuerdos.
—Este… si —contesto
tímidamente.
— ¿Te sientes bien?
—su rostro queda oculto por las sombras.
—Si
— ¿Seguro? —no se
escucha preocupado, creo que su seriedad no se puede teñir de algún sentimiento
—recuerda que desde ahora yo me encargaré de ti, en todos los ámbitos, por lo
cual si te sientes enfermo o requieres algo debes decírmelo —sus palabras en
lugar de brindarme confianza me hacen sentir regañado.
—Este… Estoy bien,
no… se preocupe —le contesto tímidamente.
—Te creeré —de nuevo
guardo silencio.
Tal vez si me estaba
poniendo atención. Lo cual me hace preguntarme: ¿Qué tipo de semblante tenía
para que me haya preguntado eso?
No fue necesario que
me agobiara con preguntas pues el auto se detuvo en un amplio estacionamiento.
¿Cuándo Demian había dicho a dónde íbamos? No recuerdo haberlo escuchado, creo
que realmente me abstraje demasiado.
Emmet rápidamente
abrió la puerta del lado de su jefe… tal vez decir nuestro jefe sería más
correcto.
Demian bajo y vi a
Emmet dirigirse a la puerta de mi lado.
—Por favor —Emmet me
tendió su mano al momento que me hablo.
Acepte su gesto y
justo cuando iba a pisar fuera del auto el me detuvo con su voz sería.
—No pises, no quiero
que te ensucies —Demian me veía desde la parte frontal del auto.
Me detuve y deje que
Emmet me tomará entre sus brazos, y cual princesa llevada por su encantador
príncipe fui sacado del auto y llevado por todo el lugar.
Subimos a un elevador
y al abrirse las puertas, una gran plaza nos daba la bienvenida. Escaparates
por doquier eran iluminados, letreros con nombres en otro idioma encabezaban
las puertas automáticas de cristal. Diseños de ropa, zapatos y demás
accesorios, de temporada, estaban a la vista. Personas vestidas elegantemente,
caminaban por el pasillo; pero un tipo de personas en especifico llamaron mi
atención, éstas vestían diferente a las demás, y casi siempre se situaban atrás
de alguien más… si mi mente no me fallaba eran igual que yo… eran mascotas.
Había de los dos
géneros, hombres y mujeres. Sus vestimentas eran variadas, las mujeres vestían
ropas ajustadas y cortas que dejaban ver sus atributos, acompañadas de
zapatillas, y los hombres shorts pegados y camisetas, algunos más cubiertos usaban
pantalones y la mayoría llevaban botas; pero tenían en común el collar, que
podía ir acorde al color de su ropa o simplemente negro, como el mío, además de
las pulseras y piercings; cortes de cabello y peinados diferentes, tanto hombre
como mujeres se les podía ver maquillados.
Algo que también me
sorprendió fue la variedad de semblantes, algunos sonreían mientras caminaban
jalados por su amo, otros más parecían indiferentes a su alrededor, y claro,
los había tristes y deprimidos, en fin que, esto era un mar de personalidades.
Qué curioso era ver a dos extremos de las clases sociales, los más ricos y
poderosos conviviendo con los que carecían de un lugar en la sociedad, amos y
esclavos… porque eso es lo que yo creo que somos… esclavos.
Mi mente dejo de
vagar, cuando Emmet camino más lento y entro a una tienda, siguiendo a nuestro
amo.
Al echar un vistazo,
supe que era una tienda de ropa para hombre, trajes, corbatas, cinturones,
parecía haber de todo aquí. Así que Demian vino a comprarse ropa, al parecer me
tocará esperar y yo que empezaba aponerme nervioso por pensar en lo que
sucedería cuando llegáramos a su casa, creo que seguiré ansioso por ese momento,
por más tiempo.
Un hombre de unos
treinta y tantos, pequeño, de facciones suaves y de tipo acomedido, se acerca a
nosotros o mejor dicho a Demian.
—Buenas noches Sr.
Krisvard, que gusto verlo por aquí —. Su voz zalamera era tan obvia,
seguramente Demian era un cliente asiduo y bastante generoso.
—Buenas noches
—contesto —. Creo que he llegado tarde —dijo al ver que la tienda estaba casi
vacía.
—Oh, no señor, para
usted la tienda esta siempre abierta.
—Gracias —Demian no
parecía estar preocupado por la hora por algún inconveniente que pudiera
generarles.
—Pero dígame señor,
¿qué podemos ofrecerle? —Le pregunto al tiempo a que lo invitaba a un pequeño
sofá que estaba allí cerca — ¿Busca algún traje? Porque nos ha llegado una
serie de diseños que seguramente le encantarán.
—En esta ocasión, no
es para mí lo que busco —contesto y su mirada se poso en mi —es a él a quien
deseo vestir —en cuanto lo dijo Emmet me bajo.
— ¡Oh! Ya veo —hablo
el hombre con un falso tono de sorpresa.
Sus pequeños ojos me
analizaron comenzando por mis pies desnudos hasta la punta de mi cabello
despeinado.
—Y exactamente ¿qué
es lo que busca? —le pregunto, dirigiendo su suspicaz mirada a Demian.
—Deseo algo que vaya
bien con su cuerpo delgado y juvenil, nada muy formal, pero no quiero que se
vea como cualquier jovencito de la calle, cualquiera que esté a mi lado debe de
verse bien —Demian miro al hombre frente a él que parecía estar pensando en
todo lo que le había dicho.
—Creo entender lo que
busca —contesto y me miro —permítame que le muestre algunos diseños que nos
llegaron y que son para jóvenes —le dijo sin embargo antes de irse se acerco a
mi — ¿Qué talla eres? —me pregunto.
—Ah…
—Quiero que su ropa
vaya a la medida —hablo antes de que pudiera decir algo.
—Por supuesto, señor,
como usted desee —le dijo y metió su mano en su bolsillo, sacando una libretita
y una cinta métrica — ¿Podría retirarse la gabardina por favor? —me pidió
amablemente.
Me sentí un poco
nervioso, no deseaba quedar semidesnudo frente a este hombre pero tampoco podía
reusarme. Desabroche la prenda y empecé a retirarla, lentamente.
— ¡Espere! —Habló un
poco más fuerte de lo normal —. Sr. Krisvard, creo que está confundido,
nosotros no tenemos línea de ropa para mascotas.
Su comentario fue mal
recibido por mi amo, y fue bastante incomodo para mí. Yo sabía que había
tiendas exclusivas para mascotas, y que muchos establecimientos “normales” se
negaban a atenderlos, como parecía ser el caso. De alguna manera me sentí
desdeñado, creo que debería de acostumbrarme a esta sensación.
—Sabes, no pedí ropa
para mascotas —contesto Demian, su indiferente voz parecía más seria de lo
normal —. Entiendo, que no hay lo que buscó y no te preocupes, me retiro —.
Levante el rostro al sentir la fría mano de mi amo en mi barbilla, sus
facciones eran duras pero sus ojos grises parecían arder, su escrutinio duro
solo unos segundos, después volvió a cubrirme con su gabardina —. Antes de que
lo olvide, cancela el pedido que hice hace unos días.
— ¡¿Todo?! —pregunto
receloso.
—Sí, como dije no hay
lo que busco —volvió a repetir. El hombre tartamudeo algunas palabras
ininteligibles, mientras nosotros abandonábamos el lugar.
Antes de salir al
pasillo, Emmet volvió a levantarme entre sus brazos.
Solo caminamos unos
cuantos pasos más, pasamos algunas tiendas de ropa para dama y entramos en una
tienda del mismo estilo a la anterior. La bienvenida fue la misma, solo que
aquí no pareció importarles mi postura social o mejor dicho mi carencia de
ella, y me atendieron como si yo fuera un cliente más.
Salimos de allí con
solo unas cuantas bolsas, con algo de ropa, aunque el pedido mayor sería enviado
a la casa de Demian. Por fin pude salir por mis propios pies, y vestido como si
fuera el hijo de alguna familia rica, aunque nadie con ese nivel social usaría
un collar y cadena.
Sin embargo me sentí
feliz de no tener que vestir como un prostituto callejero, y aunque seguía
siendo una mascota por lo menos no lo parecía.
Al llegar al auto,
Emmet abrió la puerta para Demian, quien me hizo subir primero. Mientras el
auto salía del estacionamiento, sentí la penetrante mirada de Demian sobre de
mi, por un momento pensé en mirarlo pero no estaba muy seguro de si eso se me
permitía, y si lo tomaba ¿cómo un reto de mi parte? Ni siquiera me atreví a ver
por la ventana, solo me quede quieto mirando mis manos, que descansaban sobre
mis piernas.
La helada mano de
Demian se poso de nuevo sobre mi barbilla, y me hizo verlo, directo a esos ojos
grises que ahora parecían tan oscuros como un trozo de obsidiana. Las luces de
las calles jugaban con las sombras del auto, iluminando y ensombreciendo el
rostro de Demian, a su placer.
— ¿Tienes hambre? —.
Después de varios minutos de silencio pregunto de repente.
—No mucha —conteste
pero parecía que mi estómago tenía su propia opinión y la expreso.
El
gruñido de mi estómago hambriento fue escuchado por todos los presentes.
El esbozo de una
tenue sonrisa se reflejo por solo unos segundos, o ¿fue mi imaginación?, en el
serio rostro de Demian.
—Emmet, vamos por
unas hamburguesas —le ordeno y el conductor no contesto solo asintió.
Su decisión me tomo
por sorpresa, pero no por lo de ir a cenar, sino porque no parece de los que
van a comer hamburguesas, simplemente no me lo puedo imaginar comiendo tan
vulgar comida.
Durante todo este
tiempo el no había dejado de observarme, pero gracias a Dios termino su
análisis y me libero de su mirada.
Al soltarme mire
hacía la ventana no quería volver a encontrarme con esos ojos analíticos.
El auto se estaciono
en un pequeño y casi solitario estacionamiento. Emmet le abrió la puerta a su
amo, y yo abrí la puerta de mi lado para poder bajar.
—No tenemos prisa —la
fría voz de Demian llego a mis oídos, antes de cerrar la puerta.
— ¿Perdón? —pregunte
sin entender, a que se refería.
—No hay prisa, así
que, espera que Emmet te abra la puerta, si es que lo hará, porque habrá
situaciones en las que no tendrás porque bajar del auto. No me gustan las
mascotas mal educadas, y no quiero tener que enviarte a una escuela de
entrenamiento, tengo entendido que las técnicas usadas para enseñar, no son,
¿cómo decirlo?... amables.
Su regaño, fue cruel,
la amenaza implícita en el fue aterradora. A veces no hacen falta malas
palabras o gritos, a veces unas cuantas palabras en tono serio hacen tanto daño
o más, que los gritos. “Escuela de entrenamiento” Anthony me hablo de éstas:
“Tienes que hacer todo lo que tu amo diga y se lo más obediente posible,
porque caer en una escuela de entrenamiento es de lo peor. Son lugares
dirigidos por personas sin escrúpulos, personas que ven en las mascotas objetos
con los cuales pueden sacarles dinero a sus dueños. Usan cualquier método
necesario para doblegar la personalidad de las mascotas o debería de decir que
la destruyen y pisotean, hasta el punto que la mascota cambia por completo y en
casos extremos, no vuelven a hablar. He visto esos casos y son terribles, ¿has
visto un muerto? —Contesté que sí —la inexpresividad de su rostro, la mirada
sin luz, son signos de la falta de vida, es triste saber que esa persona alguna
vez tuvo sueños, que su corazón latió fuerte por alguien y que tenía planes a
futuro. Ahora imagínate lo mismo pero con estas mascotas que aún siguen vivas…
pero tan vacías como un muerto.”
Un escalofrío
recorrió mi cuerpo. Un jalón en mi cuello me hizo percatarme de que Demian ya
casi entraba al restaurante y que Emmet me instaba a caminar.
—Lo siento —murmure.
—Vamos o se
molestará, de nuevo —me dijo en voz baja.
Al ver el pequeño
restaurante, me llamo la atención que no fuera uno de esas grandes cadenas o
alguno muy ostentoso; era más bien un restaurante de comida casera. El ambiente
del lugar era confortable, y la decoración del lugar me recordaba una cabaña en
medio del bosque.
—Buenas noches,
Demian —una jovencita de no más de 18 años nos recibió, vestida de negro, con
un delantal blanco y una libretita en la mano.
—Hola, Gratel —Demian
le contesto de manera amigable.
— ¿La misma mesa de
siempre? —la chica le preguntó.
—Si por favor —Así
que es cliente asiduo.
La chica nos condujo
por entre las mesas llenas de familias y grupos de jóvenes que charlaban
amenamente.
—Les traigo el menú
en un instante —nos dijo antes de irse.
—Llévalo a que se
limpie —Demian le ordeno a Emmet.
Sin decir palabra
alguna, el chofer o secretario, ¿cuál será su puesto?, me llevo al baño.
—Si deseas pasar
hazlo ahora.
Acepte la invitación
y me dirigí a la puerta que indicaba caballeros, pero un jalón en mi cuello me
detuvo.
—Lo siento —. Emmet puso un rostro avergonzado
—lo olvide.
Soltó mi cadena y por
fin pude entrar.
Al pasar me quede
pensando en que aquí no había un baño para las mascotas, eso es bueno, tengo
entendido que hay lugares que tiene baños exclusivos para personas como yo. Y
en ellos no hay distinción de género, así que entran tanto mujeres como
hombres.
Al salir, Emmet
seguía de pie esperándome pacientemente.
— ¿Listo? —Afirme con
un simple movimiento de cabeza — ¿lavaste tus manos?
—Sí —conteste y sentí
que regresaba a mi infancia, cuando mamá me revisaba antes de sentarme a comer,
así que le mostré mis palmas a Emmet.
—Ok —. Contesto y
tomo mi cadena —. El señor Demian es una buena persona, un poco estricta, solo
haz lo que te diga y será bueno contigo —. La voz de Emmet mostraba el respeto
y tal vez cariño que se puede tener a un amigo, pero realmente ¿Demian es
amable?
—Entiendo, lo haré —.
Le dijo y él me dedico una sonrisa.
Caminamos de regreso
y me quede de pie a lado de la mesa redonda, esperando la indicación de Emmet o
mejor dicho de Demian.
Mire a mi alrededor y
note que estábamos frente a una ventana que al parecer permitía ver un bosque,
aunque solo estoy imaginando, ya que por lo oscuro no se ve más allá del pasto
verde y una oscuridad tan profunda que no permite que vea nada más.
Regresando mi mente a
mi situación actual, recordé que Anthony me hablo de las reglas que debía
seguir en los restaurantes, y me parecían sumamente degradantes.
—Siéntense —Demian
nos indico, a los dos. Este tipo es raro.
Me acerque a una silla
y Emmet la separo invitándome a tomar asiento, lo cual hice.
—Sé que no me lo
pedirás, así que solo ve y disfrútalo —no entendí que trataba de decirnos.
—Gracias señor —Emmet
contesto y puso la orilla de mi cadena sobre el respaldo de la silla — ¿Estará
bien solo? —Emmet preguntó con una voz inocente.
—Qué pregunta más
estúpida —contesto sarcásticamente.
Emmet sonrió, saco de
su bolsillo las llaves del auto, las dejo sobre la mesa y salió del
restaurante.
Seguí con la mirada a
Emmet, en su recorrido hasta la salida, me sentí confuso, ¿qué fue todo eso? Y
¿a dónde fue el chofer?
Regrese la mirada a
mi amo y me sorprendí al ver que él me observaba fijamente.
— ¿intrigado? —me
pregunto y sus ojos parecían buscar la respuesta por ellos mismos.
—Aquí tienen —La chica interrumpió el
interrogatorio visual y dejo sobre la mesa los dos menús — ¿qué desean beber?
—pregunto.
—Coca cola para los
dos —contesto Demian.
—Ok, ya regreso —la
chica se retiro.
— ¿Te gusta la coca
cola? —pregunto.
—Sí
—Perfecto, es el
único refresco que bebo y no muy seguido así que disfrútalo —. Demian no toco
el menú y yo menos, se supone que no tengo opción.
— ¿Eres alérgico
algo? —me pregunto mientras su mirada se concentraba en algún punto detrás de
mí.
—Sí, a los camarones
—conteste algo nervioso.
—Bien, entonces nada de
camarones para ti —contesto y aunque su tono sonaba relajado y hasta divertido,
su rostro serio y carente de expresión me hicieron pensar que eran inventivas
mías.
— ¿Pareces ser muy
callado? —me lo dijo justo antes de que la chica apareciera de nuevo y me
impidiera responder, de nuevo.
— ¿Ya saben que
pedirán? —dejo frente a cada uno un vaso de refresco con hielos.
—Por favor dos
hamburguesas dobles y sin pepinillos, extra papas y algunas tiras de tocino,
por favor —Demian parecía saborear todo lo que había pedido.
—Bien, en un momento
traigo su pedido —la chica retiro los menús, antes de irse.
—Odio los pepinillos,
mi madre me obligaba a comerlos —la comisura de su boca se levanto ligeramente,
¿tal vez por asco? — ¿A ti te gustan? —Antes de que pudiera decir algo más, él
se puso de pie —discúlpame un momento.
Lo vi caminar en
dirección del baño.
—No es mi comida
favorita pero los puedo comer sin problemas. Y gracias por preguntar, es un
gran detalle de su parte, mi querido amo —creo que algo así hubiera sido mi
respuesta… claro si me hubiera dejado responder.
Algunas personas de alrededor
me miran de manera extraña, habrá sido por mi soliloquio o solo por el collar
negro que adorna mi cuello y que no puede ser cubierto por el cuello redondo de
mi suéter negro, o quizás la cadena que cuelga de mi espalda. Todo parece ser
un letrero de luces neón que dice “Esclavo”.
Me siento avergonzado
y desvió mi mirada, me concentro en revisar cada centímetro del mantel beige
que decora la mesa, sin embargo aun siento las miradas de las personas sobre de
mí, y tal vez algunos chismorreos. No puedo evitar sonrojarme, mis mejillas
como siempre delatan mi estado de ánimo, son una especie de semáforo.
Escucho los pasos de
mi amo y después el movimiento de la silla, al ser movida y ocupada.
— ¿Tienes fiebre? —y
su mano se mueve rápidamente hacía mi rostro, me hago hacía atrás y evito su
contacto. Creo que solo me asusto su movimiento.
Ya no me sorprende
ver su rostro inexpresivo, su mano sigue en el aire y supongo que si no me
acerco, recibiré un regaño más. No sé si deseo saber qué pasa cuando se acaben
las reprimendas verbales.
Me acerco y dejo que
toque mi frente.
—Se siente normal
—separa su mano y sus ojos siguen fijos en los míos —. Debes de acostumbrarte a
las miradas curiosas, incluso a que hablen de ti, las mascotas son para
presumirse. No soy presuntuoso pero por razones de trabajo tengo reuniones a
menudo y es probable que acudas a unas cuantas. Es normal que seas visto como
un objeto de lujo y como tal seas criticado, a veces ni siquiera será a causa
de tu presencia, en muchas ocasiones, sino por la mía —. Así que se dio cuenta
la razón de mi sonrojo.
Bebió un poco de
refresco.
—Ya que no deseas
hablar, déjame hacerlo a mí.
La verdad es que no
me ha dejado hablar.
Al terminar bebió un trago más, de su refresco,
creo que él esta tan sediento y hambriento como yo.
—Puedes beber y comer
en cuanto nos traigan la comida, no tienes que esperar a que termine, así como
no pienso sentarte en el piso, o hacerte comer en él, ese tipo de reglas me
parecen estúpidas, se que eres un “asistente” o mejor dicho mascota, pero no
por ello dejas de ser una persona. Aunque no me malentiendas, todas las reglas
básicas de buena educación las respeto y me gusta que las personas a mí
alrededor lo hagan también, así que por favor si no deseas ser tratado como un
animal no te comportes como uno.
—Gracias —fue todo lo
que pude decir, él realmente es raro, tengo entendido que la mayoría de dueños
no compartirían una mesa con su mascota.
Bebí de mi refresco y
lo agradecí, por fin algo líquido recorría mi garganta, era tan revitalizante
su sabor y temperatura fría.
—No tienes nada que
agradecerme —contesto y nuestra comida llego, sentí un gran impulso por llenar
mi estómago vació.
Nos dejaron el plato
frente a nosotros y un par de cubiertos a lado, además de varias botellas con
aderezos para nuestra comida.
Espere a ver que
hacía Demian, antes de siquiera tocara mi comida con los ojos.
Sus manos y sus ojos
me invitaron a proseguir.
Empecé a preparar mi
comida igual que él.
Aquel hombre serio y
de rostro inescrutable, estaba sentado frente a mí, deleitándose con su
hamburguesa a tal grado que si un vegetariano lo viera de inmediato pediría lo
mismo sin importar sus preferencias alimenticias. Sus cubiertos siguen en el
lugar que la mesera los dejo.
A diferencia de la
manera, tan pulcra y rápida, de comer de mi amo, yo lo hago más lenta y
desastrosamente. Por alguna razón siempre la carne de mi hamburguesa se escapa
de ella, desparramándose junto a los demás ingredientes. Creo que debí usar los
cubiertos.
Cuando voy a la mitad
de mi comida, siento mi estomago lleno. Mi amo ha terminado con su tocino y
solo le quedan unas cuantas papas.
Me obligo a terminar
con mi hamburguesa. Demian ha terminado con todo y ahora sus ojos viajan en
tres direcciones distintas, es decir entre mis papas, el tocino y yo.
Su mirada es como la
de un carroñero, de cierta manera me recuerda a… Hana. De pequeña ella siempre
estaba hambrienta y siempre terminaba comiéndose mis sobras. Y por ella es que
ahora estoy aquí, para ser exacto es una de las dos razones por las que estoy
haciendo esto.
Sin pensarlo le
ofrezco mis papas y tocino, igual que como lo hacía con mi hermanita.
—Lo siento, no quise
molestarte… molestarlo —dije torpemente al ver que me miraba de manera extraña,
supongo que una mascota no puede darle sus sobras a su amo, soy un estúpido.
— ¿Ya no te los
comerás? —Niego —. Entonces me los comeré, no me gusta desperdiciar comida. —su
mano jala mi plato —. No vuelvas a ofrecérmelos, por lo menos no con otras
personas presentes, se puede ver mal, aun que a mí no me molesta, lo prefiero a
que se desperdicie.
Una vez más creo que
este hombre es raro.
—Sobre ¿cómo te debes
de dirigir a mí? —se interrumpe al meterse unas papas a la boca.
Bebo mi refresco, en
la espera de que continúe hablando.
—Frente a los demás
intenta no hablarme o dirigirme la palabra, siempre estarás junto a Emmet, así
que si necesitas algo dirígete a él y si lo considera importante me lo dirá, si
cree que esta en sus manos cumplir lo que deseas o ayudarte lo hará. En caso de
que Emmet no este, puedes hablarme y refiérete a mí como señor, “amo” me parece
una horrible palabra. Cuando estemos a solas o como ahora que no hay personas
cerca, me puedes llamar Demian.
Sigue comiendo con
gran placer el tocino y termina con las papas. Bebe su refresco y pasa la
servilleta por sus labios.
— ¿Tienes algún otro
nombre o manera en la que desees ser llamado? —me pregunta y busca con la
mirada a la mesera.
—Jesse, está bien
—contesto en un susurro.
—Habla fuerte, o te
comprare un megáfono —mueve su mano para llamar a la chica.
— ¿Necesitan algo
más? —la chica nos pregunta.
—Si un megáfono
—contesta seriamente y la chica lo mira estupefacta por su petición. Por mi
lado me sonrojo de nuevo —. Solo bromeo. Tráeme la cuenta por favor.
La chica se retira
aun con su rostro sorprendido. ¿Quién pensaría que era una broma? Si este
hombre podría decirte que te ama con la misma cara seria en la que te diría que
se murió tu madre.
—Si no hablas fuerte,
realmente te comprare uno.
Después de pagar,
toma mi cadena y por fin recoge las llaves que Emmet dejo en la mesa.
—Vámonos —al ponerse
de pie, espero a que el pase primero.
Afuera del
restaurante se acerca a mí y retira la cadena.
—El collar es casi
indispensable para que salgas, así que debes de usarlo pero la cadena, puedes
no necesitarla, si te portas bien.
—Lo haré —conteste
feliz, de hecho creo que ahora si pude parecer un labrador moviendo la cola,
después de que su amo le ha dado un premio, en agradecimiento.
—En ocasiones será
una obligación llevarla —me dice antes de abrir la puerta del copiloto —entra.
Después de cerrar, da
la vuelta al auto y sube. Mira que ya tenga abrochado el cinturón y arranca.
La noche ha seguido
su paso y la actividad en la ciudad ha disminuido. Al haber tanto espacio para
moverse con libertad en la calle, Demian acelera y eso me recuerda que no me
gusta la velocidad. Prefiero cerrar los ojos, en caso de que nos estampemos no
lo veré venir.
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Hola chicos, después de poco más de medio año les traígo la continuación de esta historia -para serles sincera, no pensaba continuar, era más un tipo de experimento junto con la otra historia hetero, pero gracias a la insistencia de algunas lectoras decidí seguirla- el desarrollo es un poco lento, como en muchas de mis historias y repleta de detalles, ya que es describir un sistema social completamente diferente al normal, parecida un poco a En el infierno, hay que explcar varas cosas y bueno lo ire haciendo conforme vaya avanzando.
Gracias por leer y espero me regalen un comentario.
Ohhh que alegría que actualizaras esta historia, realmente se me hace muy interesante
ResponderEliminarExcelente capítulo miss keyla
Espero paciente tu próxima actualización
Muchas gracias por ser tan paciente en esperar por la actu, como dije pensaba no seguirla pero dado que les interesa, continuare.
EliminarEspero que pronto pueda actualizar y leerte de nuevo.
Cuídate mucho, see you :)
Por fin el buen Demian nos muestra que de hecho si es buena persona!! como todo un caballero defendió a nuestro héroe de tan mañoso personaje y además muy educadamente lo mandó al diablo (me encantó ese gesto),aunque esa máscara dura y fría sigue puesta, esperemos que con el transcurso del tiempo se vaya hablandando. Y también ¿¿a dónde se nos fue Emmet?? De que va a disfrutar?? Solo o acompañado?? O no'mas los dejo para darles un poquito de "alone time"?? Supongo que ahora se dirigen a la que será la residencia de Jesse por todo un año... Que le estará esperando en ese lugar??
ResponderEliminarEso si espero que Jesse aprenda pronto a manejar las situaciones y demás obligaciones con su nuevo jefe y que nunca tenga que poner un pie en la citada escuela de entrenamiento... porque suena a horrible!!
Ni falta hace que diga que AME el
capítulo cierto?? Esperemos de manera paciente la siguiente actualización.
GISE n_n
Muchas gracias por comentar.
EliminarMi Demian es una buena persona y le gust Jesse, aunque solo como mascota y dado que tiene un buen nivel social se puede hacer respetar.
Ahora el juego será si Jesse puede sobrevivir a su rol y claro que van hacía la casa de Demian y allí conocera algunas personas más.
Sobre Emmet en el siguiente capítulo sabremos a dónde fue y con quién, siempre y cuando no se me olvide escribirlo XD suele pasarme.
Ok, muchas gracias como siempre por leer y todavía regalarme un comentario.
Cuídate, see you :)
Me ha encantado el capítulo!!
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar.
EliminarSee you :)
Deseando leer más! :)
ResponderEliminarEspero pronto actualizar, mjuchas gracis por comentar y espero leerte de nuevo.
EliminarCuídate mucho, see you :)
Voy terminando de leer tu historia y me gusto mucho ���� continúa por favor ���� esta muy interesante y me encanto la pareja ��
ResponderEliminarMuchas gracias por leerla, espero continuarla aunque puede que tarde, en especial esta historia me cuesta trabajito, por los detalles, pero la pienso seguir. Además quiero que se de el primer encuentro pronto.
Eliminarcuídtae mucho, see you :)