Por un corazón. Capítulo 1.

Capítulo 1: Sin aire.

— ¿Estás listo?—el llamado de Cesar solo incremento más mis nervios pues al verlo entrar a la habitación es sinónimo de que pronto será mi turno —. Después de ella sigues tú —y lo confirma con su frase.

Si salgo, ya no habrá vuelta atrás, mi libertad será cosa del pasado. Muevo mis pies lentamente y los siento tan pesados, mi cuerpo se resiste a caminar, no deseo seguir adelante con esto pero no hay otro camino para lograr mi objetivo.

—Fue bien recibida —Cesar habla muy emocionado —Ya me he asomado afuera y está casi lleno, eso es genial. Tus oportunidad son muchas —se pasa la mano por el largo cabello negro y lo desordena por completo para después alisarlo de nuevo y volver a ponerlo en su lugar —Seguro que hoy sales con contrato y uno muy bueno, amigo —se escucha muy emocionado y quisiera estarlo también —. No olvides lo que te dijo Anthony, sonríe, camina con paso firme y nunca está de más ser coqueto —sus intensiones son buenas, pero es tan difícil sonreír —. Sé que estás nervioso, es normal, yo también lo estaba pero me fue bien, además tú tienes a alguien por la cual estás aquí, eso te dará fuerzas, piensa que es a ella a la que deseas cautivar —su sonrisa se hizo mayor y yo la correspondí.

—Tienes razón, es por ella que estoy aquí y por ella seguiré adelante —mis pies parecieron hacerse livianos, mi cuerpo se lleno de la seguridad que había perdido y ahora nada me apartaría de mi objetivo.

—Tu brazo —extiende su mano y me la ofrece yo acepto el gesto—yo me encargare de presentarte —me lo dice tranquilamente.

Ahora entiendo porque viene tan bien vestido, por un momento pensé que venía a trabajar pero tal parece que vino a darme valor. Su smoking negro resalta su atlética figura y su coqueta sonrisa es el plus.

— ¿Por qué lo harás tú? —pregunte curioso.

—Ya lo hecho antes y en esta ocasión se lo pedí a Anthony, deseo estar contigo hasta que sea imposible seguir haciéndolo —su rostro parece decidido.

—Gracias —aprieto mi mano a su brazo y el sonríe. Para mí esto significa mucho, el sentirme acompañado por mi amigo hasta el final.

—Ahora camina, que ya casi nos toca.

Su voz me infunde valor. Miro por última vez la habitación y veo algunos rostros nerviosos de mis compañeros aspirantes. La habitación es como un salón de fiestas, hay una mesa pequeña con varias botellas de agua, en otro lado hay un tocador para que revisemos que todo esté en su lugar, algunos perfumes y cremas descansan en este además de una caja de pañuelos.

Según Cesar hoy había varios aspirantes lo cual no era bueno y muchos de ellos hombres, Anthony me dijo que el sábado es el mejor día para los aspirantes varones ya que es cuando más damas vienen pero aún así la competencia es mucha.

No conté cuantos éramos, solo a las chicas ya que ellas eran solo cuatro, muy guapas por cierto, los hombres, la mayoría son de cuerpo fornido y de rostro hermoso, algunos muy serios y hasta intimidantes pero otros muy sonrientes. Algunos eran de rasgos comunes, es decir morenos, ojos cafés y cabello oscuro y otros algo diferentes, como yo.

Por esta razón Cesar y Anthony tenían confianza en que me fuera muy bien. Varios de mis compañeros ya habían pasado, de hecho en la habitación solo quedábamos seis contándome a mí. Por lo que los nervios de todos aumentan pues hay menos posibilidades de cerrar contrato con alguien. Antes de salir todos me miran, algunos sonríen, otros me desean suerte y otros solo callan y me ven partir.

Al abrir la puerta de la habitación Cesar me lleva por un pasillo con alfombra gris, la cual amortigua el sonido de nuestros pasos, pasamos varias puertas antes de llegar a la que nos interesa.

Comienzo a sentir como mis piernas tiemblan y el resto de mi cuerpo imita a estas.

La mano de Cesar me aprieta el brazo y me distrae.

—Calma, yo estoy contigo y Hana también —me sonríe mientras toma el pomo de la puerta y lo gira, espera que le de permiso de terminar de abrir la puerta, de caoba con hermosos tallados de flores, que se impone frente a nosotros.

La mención de ese nombre me devuelve la seguridad y asiento para que Cesar siga con lo que está haciendo, Hana, solo por ella, lo estoy haciendo.

Al abrir la puerta una repentina oscuridad me sorprende, supuse que estaría muy iluminado. Cesar me lleva de la mano evitando que tropiece en este valle negro. Hay algunas personas en este lugar pero no levanto la mirada, la verdad aún siento vergüenza, Cesar y Anthony dicen que con el tiempo me acostumbrare a ser observado todo el tiempo.

Una luz se impone a unos pasos de nosotros, allí es justamente donde debo ir.

—Esperemos aquí —Cesar me detiene y me mira —Ok a terminar los preparativos —mete sus manos a su bolsillo y saca mis accesorios.

Al verlos siento un escalofrío recorrer mi cuerpo.

—Se ven peor de lo que son, recuerda solo son juguetes para que se emocionen, tu sabes fetiches —el me asegura.

Lo sé recuerdo todo lo que Anthony dijo al respecto pero no deja de darme nervios.

Al mirar alrededor, vislumbro algunos cables y cajas desordenadas. Las cortinas rojas que cuelgan de la entrada al escenario parecen gruesas por eso la luz que entra es tan tenue, miro y noto a la chica morena que ahora está de pie al centro del escenario siendo iluminada por una luz blanca. Al parece se la están discutiendo pues noto que está feliz, además de que el hombre de smoking en el podio está realmente apurado gritando diferentes números después de que pasan algunos segundos.

—Vamos deja de ver que te pondrás nervioso —la mano de Cesar atrae mi rostro hasta ponerlo justo frente al suyo, su tacto está caliente y algo húmedo tal vez este tan nervioso como yo.

—Demasiado tarde ya lo estoy —contesto.

—Pues muy mal debes parecer seguro ante ellos, de lo contrario serás comida de una “s” —Eso era algo que no quería o por lo menos eso me habían dicho mis amigos —. Ok, a ponerte presentable —sus manos estiraron el primer accesorio y lo acerco a mí.

El collar negro rodeo mi cuello y sentí como si mi respiración fuera cortada de tajo, Cesar se dio la vuelta y comenzó a ajustarlo a mi piel, no debía marcarla pero tampoco se debía ver flojo, casi pude ver como pasaba el cabo por el broche y lo aseguraba. Después escuche el débil choque de metal, allí estaba el segundo accesorio, la cadena, la cual era acompañada del tercero un pequeño candado que sería el que cortara mi libertad de una vez por todas. El candado uniría el último eslabón de la cadena al broche del collar para evitar que este sea abierto. Mi libertad fue destruida con un leve sonido, que para mí fue como si escuchara un disparo, uno que da directo en mi pecho, generando un intenso dolor. Mis manos de inmediato tomaron el collar y buscaron el final de este, trate de encontrar aquel objeto que estaba ahogándome pero las suaves manos de Cesar me detuvieron.

—Tranquilo, solo es un juguete, lo recuerdas ¿verdad? —me dijo y mi respiración antes nula comenzó de nuevo, pero no como lo era antes, ahora era como si mi tráquea estuviera obstruida y solo dejara pasar un hilo de aire —Además no a todas les gustan estos accesorios, tal vez no los vuelvas a usar —Las palabras de Cesar trataban de calmarme pero según Anthony lo mejor era que me acostumbrara, ya que hay lugares en los que es necesario usarlos.

—Lo siento —susurre, no sé si él me escucho pero no dijo nada.

—Cesar, ¿ya se lo pusiste? —una mujer de unos cuarenta, vestida de traje sastre gris y zapatillas plateadas se dirigió a mi amigo.

Yo la miro de reojo y ella me esboza una sonrisa.

Él asiente y ella se va sin decir más. Supongo que se refiere a eso. Y al recordarlo me sonrojo un poco y de hecho aún no siento ningún efecto, según Anthony es muy efectivo y sus efectos secundarios son como los de una gran resaca, lo cual no me hace gracia pro de los males el menor, tal vez el sonrojo sea parte de su efecto. Solo recordar a Cesar metiéndolo…

“—Vamos al baño —su mano me tomo del antebrazo y me jalo por la habitación hasta sacarme. Ya en el baño saco algo de su saco y me lo mostro. Era una pastilla grande.

 —Bájate los pantalones e inclínate un poco —me ordeno, lo note algo incomodo.

Anthony dijo que tomando en cuenta mi caso el uso de esto me sería de mucha ayuda, ya que nadie quiere un juguete triste o que se esté quejando y no pude contradecirlo por lo que acepté.

Hice lo que mi amigo dijo y él se acerco lentamente hasta que sentí que algo empujaba en mi esfínter, hasta que este cedía a la presión.

Mordí mi labio para no dejar escapar ningún ruido de mi boca y en cuanto sentí que él se alejaba de mí, me puse de pie, ya con aquella cosa invadiendo mi recto. Eso fue algo vergonzoso pero necesario. Además tenía que aprender que ese sentimiento ya no debía existir en mí.”

Cesar me tomo de las muñecas y para traerme a la realidad de nuevo.

— ¿Cómo vas allí? —señalo debajo de mi cintura.

—Aún no siento nada —dije honestamente.

—Ahora tus muñecas —me pide y yo obedezco —bien.

Sus manos me ponen unas esposas. Sentir el frío metal alrededor de mi piel es horrible, esa sensación de no tener escapatoria, de estar sin una salida. El miedo me invade más, el aire sigue siendo insuficiente para mí cuerpo y yo quiero salir corriendo.

—El resto de los accesorios va al cerrarse el trato, aunque claro que lo otro se pone inmediatamente después de que se acepte al ganador —Cesar lo dice algo nervioso —Es lo normal.

Solo de pensar en el momento del cierre del trato me pone feliz porque necesito el empleo pero también estoy nervioso y muerto de miedo por mi futuro.

—Jesse, tu turno —un hombre delgado, alto y con unas hojas en la mano, en las cuales supongo que tiene la lista de nombres, busca al que acaba de nombrar por todo el lugar.

—Vamos Jess es nuestro turno —Cesar me anima —Aquí esta.

Mi amigo levanta la mano y la agita para llamar la atención del hombre que me ha llamado. Por estar metido en mis pensamientos ni me di cuenta de cómo retiraron a la chica, deseaba saber cómo sería el final de la presentación, claro Anthony y Cesar me habían explicado pero es mejor verlo. Ahora tendría que descubrirlo por mí mismo.

Me toma de la mano y me jala para que me mueva hacia el escenario, dejo que me dirija porque yo solo no podría hacerlo y porque es parte de su trabajo de anfitrión.

En cuanto piso la brillosa madera del escenario mis nervios aumentan, siento que estoy sudando, mi cuerpo se siente caliente. Las luces principales me enfocan y mi amigo levanta la mano con el micrófono para hablar y en ella también lleva una tarjeta roja, en qué momento cogió todo esto, no tengo idea, mi atención está puesta en todos los presentes que no logró distinguir pero que sé que están allí, observando y cuchicheando.

—Buenas noches —saluda y me lleva hasta el centro del escenario. No logro distinguir nada la luz me ha cegado, sé que estoy temblando. Puedo escuchar vagamente murmullos y algunos aplausos.

Sabía todo lo que involucraba esta situación y la acepte así que no me puedo echar para atrás, el juego inicia ahora y debo de salir ganador aunque eso implique perderlo todo.

     

Historia nueva, lo sé me odian por no actualizar las que ya están pero las ideas surgen y no puedo evitar escribirlas y como soy muy chismosa me encanta contarles y que me den sus opiniones.

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